Carta a la humanidad de hoy (2023-06-12)

Todo se trata de poder.

Los grupos segmentados o autosegmentados por patrones, como edades, géneros, razas o etnias, doctrinas o creencias, condiciones civiles o sociales, como por ejemplo los niños, los adolescentes, las feministas, los LGBTIQ+, los ladrones, los negros, los judíos, y en general, todos los que buscan proteger sus derechos al extremo de que no se les pueda tocar, e incluso inventándose nuevos derechos, lo que están buscando y logrando es inmunidad e impunidad. Y de lo que están siendo protegidos realmente no es solamente de los abusos que puedan recibir, sino de acusaciones en su contra, que vayan en busca de justicia ante cualquier abuso que estos quieran y puedan cometer.

Igual que la prensa; que no es veraz, ni objetiva, ni mucho menos respetuosa, y que puede dañar a todo quien quiera a su paso sin que nadie le pueda decir nada. Nadie la puede tocar. Y si alguien intenta siquiera sugerir algo en su contra, será violentamente atacado, instigado y acusado de ir en contra del derecho de “libertad de prensa”, y luego será convertido en objetivo, y por consiguiente, en víctima de venganza.

Todo eso al final lo único que significa es: poder. No igualdad, no derechos, sino poder.

El ser humano no ha alcanzado la madurez suficiente para autoregularse. Cuando un ser humano no tiene límites, contrapesos o fuerzas contrarias, siempre abusará de su poder e inevitablemente le hará daño a otros. Y cuando sean fuerzas colectivas que se sienten únicos, independientes y diferentes de todo el resto o de todos los demás, entonces abusarán de todos ellos, de todos los que sean o consideren diferentes a sí mismos. Es decir, de todos nosotros, las personas normales. Teniendo en cuenta, claro, que parte de su discurso es que ellos no son diferentes, sino que son normales, aunque ellos realmente se sienten diferentes, porque lo son, y lo saben, pero no les conviene aceptarlo.

Toda esta nueva legislación que es una tendencia en el mundo, que está siendo completamente permisiva con estas sectas y estos abusos, está siendo escrita justamente por estos grupos de abusadores dándose poder a sí mismos, y está siendo permitida por ingenuos, inexpertos, incompetentes, inconscientes, ignorantes, débiles, cobardes y tal vez hasta corruptos, a quienes los anteriores les han visto la cara de lo que son: unos idiotas; para convencerlos con un discurso amañado, de que sus grupos tienen derechos y no obligaciones, mientras que todos los demás sí tenemos todas las obligaciones con ellos, y ningún derecho.

Eso es desbalance y abuso de poder.

¿Hasta cuándo vamos a ser tan estúpidos de seguir permitiendo esto?

¿Y porqué los niños y los adolescentes? Me preguntarán muchos. ¿Qué tienen que ver? ¿Acaso los niños escriben sus propias leyes y forman sectas? Obviamente no. Pero la indulgencia por parte de sus padres y adultos impotentes ante los comportamientos ofensivos y destructivos de los menores, hacen que exista el abuso, porque un menor a partir de cierta edad, tiene la capacidad de dañar y de abusar de otros, aunque estos otros sean mayores o adultos. 

Y aquí pasa algo aún peor, y es que, por una parte, estos niños están creciendo sin restricciones morales ni éticas, pensando que tienen derecho a todo, a cometer cualquier abuso sin ser juzgados ni castigados. Y por otra parte, que ese mismo sesgo y tergiversación en las ideas y en los conceptos, hacen que estas sectas sean cada vez más aceptadas y más normalizadas por la nuevas personas.

Se ‘cultivan’ personas con criterios muy sesgados que les impedirán tomar decisiones acertadas, lo cual será autodestructivo, tanto para sí mismos como individuos, como para toda la sociedad en la que se desarrollen. Serán cada vez menos capaces de evidenciar fallas en las estructuras sociales, lo que, por el contrario de lo que ellos pregonan, deriva, no en un aumento, sino en un detrimento, de la calidad de vida de toda la humanidad.

Entonces vuelvo a invocar: ¿Hasta cuándo vamos a ser tan estúpidos de seguir permitiendo esto?

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